En una ocasión, un cliente solicita la presencia del sumiller en su mesa, así que raudo y con una gran sonrisa acudo a ella, nadie me advirtió de que mi sonrisa iba a durar menos de lo que tarde en llegar a aquella mesa, directamente y sin saludar, el susodicho replica mi consejo para lo que iban a comer, así que sin más, solté una serie de posibles soluciones de lo más variadas y con varietales de uvas poco comunes ya que es agradable dar a probar cosas nuevas para que los amantes del vino vayan descubriendo, ya sean uvas, vinos diferentes, zonas, etcétera, (formas de ver las cosas). En cuanto al cliente, poco o nada pareció gustarle mis recomendaciones y exclamando en tono elevado y algo acalorado dice… Pero que se ha creído usted! ¿Cómo me va a recomendar eso? No me diga usted lo que tengo que beber! Esas uvas no sirven para nada! Yo soy más de cabernet, de Tempranillo y poco más espetó! Mi rostro perplejo no dejaba duda de mi asombro y el bochorno de los compañeros del mencionado era palpable.
Como todo tiene un límite y visto la predisposición al enfrentamiento del sabelotodo, no tardé en salir de mi estado catatónico y a lo que respondo: Primero que nada señor, yo no soy quién para decirle lo que tiene que beber, yo solo sugiero, ese es mi trabajo; Segundo, el desconocimiento y la ignorancia en cuanto a las variedades recomendadas es justo por esto, por no haberlas probado, ¿Qué es eso de ser bebedor de dos o tres variedades con las miles que hay en el planeta? El problema desde luego es suyo, ya que mi promiscuidad para con las uvas es total y declarada; Y tercero, yo no lo llamé a usted, fue al revés y si me llamó para discutir, no se usted, pero yo estoy trabajando y no tengo tiempo, ahora dígame ¿Qué va a beber el señor? Sonrojado y ahora con un tono de disculpa y algo tartamudo, como quien se peina después de levantarse de un revolcón producido por el mar o algo aún mayor pedía perdón por lo sucedido y que por favor le trajera lo que mejor me pereciese, yo no podía dejar pasar la oportunidad de acabar la lección con una guinda, porque sí, un sumiller no está para dar lecciones, pero hay veces… En fin, así que a lo mío, le saqué un vino de una región que no había oído en su vida, de un varietal que jamás se hubiese imaginado que ese nombre era el de una uva, las cartas estaban echadas.
Al final, fueron tres botellas consumidas para cuatro personas, o lo hizo por orgullo, o fue una recomendación profesional acertada. Moraleja, hoy en día, dónde incluso una misma variedad de uva producida en distinta zona (ya no digo en otro país, pero que también) puede llegar a ser tan distinta, que si no te gustó una vez, dale más de una oportunidad para que te sorprenda, ya ni hablar de variedades poco conocidas, para que limitarse con un par o una docena, si hay reconocidas más de cinco mil variedades de uvas y de las cuales casi mil son para la producción del vino (cada vez más se usan uvas de mesa para la producción de vinos con… Digamos, buenos resultados), imagínate por un segundo todo lo que te estas perdiendo, más los ensamblajes, distintos terroir, climas, microclimas, horas de exposición solar, tratamiento en el campo, pluvometrías,.. Ya no hablamos si ha tenido paso por barrica, si es de roble, francés o americanos, tostado bajo, medio, medio plus, alto, de grano fino, medio o si es de marte, que más da! Hay que disfrutar más del vino y preocuparse menos, eso sí, hay quienes deberían saber que para muchos, profesionales o no, el vino es una forma de vida no solo un trabajo, además este lifestyle es de lo más placentero, es casi una actitud, arriesga al probar cosas nuevas, seguro que tu uva o vino favorito aún está por descubrir.
Hay de todo en este mundo! Sobre todo cascarrabias! 😉